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Estados Unidos de América (United States of America) es un Estado de América del Norte que ocupa, aparte Alaska en el extremo noroeste, la amplia banda central del continente, del océano Atlántico al Pacífico. Por su extensión y población es el tercer Estado mundial, pero el primero por su potencial económico.

Geografía física

Demografía

División administrativa

Economía

Sector agrario y pesquero

Minería e industria

Transportes y comunicaciones

Banca

Sector exterior

Historia

Exploración y colonización

El desarrollo de la nación estadounidense

La posguerra

En las elecciones presidenciales de 1976, el candidato demócrata Jimmy Carter se impuso a G. Ford; el nuevo presidente intentó establecer una política más flexible y abierta, tanto en le interior como en el exterior: firma con Panamá de un tratado (1977) para restituirle la soberanía del Canal en el año 2000, campaña en favor de los derechos humanos en todo el mundo, intentos de solución en el Oriente Medio que culminaron con el tratado de paz entre Egipto e Israel (1979). Pero la incapacidad de Carter para afrontar la recesión económica, y su aparente debilidad ante los problemas internacionales (rehenes en la embajada en Teherán, 1979; intervención soviética en Afganistán, 1979), culminaron en una aplastante derrota en las elecciones de 1980 ante el republicano Ronald Reagan, acompañada de la pérdida de la mayoría demócrata en el Senado y de una sensible disminución del peso de los demócratas en la Cámara de Representantes. El nuevo presidente emprendió una política de rearme para superar el poder militar soviético, y a la vez de negociación con la URSS desde posiciones de firmeza. En política interior procuró reducir el gasto público y los impuestos. En las elecciones de 1982 para renovar la Cámara de Representantes los republicanos sufrieron un retroceso, y en el Senado, por el contrario, aumentaron su ventaja. Reagan repitió su victoria en las elecciones presidenciales de 1984, frente al demócrata Walter Mondale. En abril de 1986 los EE. UU. llevaron a cabo un ataque militar contra Libia en respuesta al supuesto apoyo prestado por este país a las actividades terroristas internacionales. En el orden interno, el escándalo causado por la venta ilegal de armas a Irán y la financiación paralela de la «contra» nicaragüense (Irangate), que provocaron una investigación oficial (1987), disminuyó la popularidad de Reagan en su segundo mandato presidencial. George H. W. Bush, vicepresidente desde 1980 con Reagan, sucedió a éste tras vencer al demócrata Michael Dukakis en las elecciones de 1988, pero el Partido Demócrata obtuvo la mayoría en ambas cámaras del Congreso. Después de sellar con Mijaíl Gorbachov el fin de la Guerra Fría en la cumbre de Malta (diciembre de 1989), Bush inició una política internacional abiertamente intervencionista que confirmó el liderazgo estadounidense (invasión de Panamá para capturar al general Manuel A. Noriega, diciembre de 1989; dirección de las tropas de la coalición en la guerra del Golfo Pérsico contra Irak, enero-febrero de 1991). En los comicios de 1992, el demócrata Bill Clinton superó a Bush y al independiente H. Ross Perot. El primer mandato de Clinton se caracterizó por la cerrada oposición a sus iniciativas por parte del Congreso, controlado por los republicanos; si bien permitió por un estrecho margen la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Canadá y México. Clinton obtuvo algunos éxitos en la mediación en conflictos externos (acuerdos de paz para Palestina, Washington, 1993, y para Bosnia-Herzegovina, Dayton, 1995). En noviembre de 1996 Clinton obtuvo una cómoda reelección frente al candidato republicano Bob Dole. En 1997 consiguió la aceptación de Rusia a la ampliación de la OTAN a los países de la antigua Europa Oriental. En enero de 2001, Clinton fue sustituido en la presidencia por el republicano George W. Bush, que venció por escaso margen al demócrata Al Gore. El 11 de septiembre de 2001, 19 miembros del grupo terrorista Al Qaeda secuestraron y estrellaron dos aviones comerciales contra las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York, provocando su desplome, y otro contra el Pentágono en Washington; un cuarto avión cayó cerca de Shanksville (Pennsylvania) antes de alcanzar su objetivo. Unas 3.000 personas murieron como consecuencia de los atentados y las pérdidas económicas fueron enormes. El presidente Bush, con el apoyo de la OTAN, anunció una guerra contra el terrorismo y ordenó la invasión de Afganistán (octubre de 2001) para capturar a Osama bin Laden, líder de Al Qaeda y principal responsable de los atentados, y para acabar con el régimen talibán, que le daba cobijo. Bush, a continuación, acusó a Irak de poseer armas nucleares y bioquímicas. Aunque una comisión de la ONU no halló ninguna evidencia de la existencia de éstas (2002), en marzo de 2003, EE. UU. lanzó una ofensiva militar contra Irak que condujo a la caída de Saddam Hussein. En noviembre de 2004 fue reelegido G. W. Bush. Su segundo mandato estuvo marcado por la delicada posguerra iraquí y el recrudecimiento de los ataques talibanes en Afganistán. La recesión económica del país, que siguió acumulando un cuantioso déficit en su comercio exterior, presentó una mayor gravedad en 2007 al estallar una crisis originada por las hipotecas sub-prime (de alto riesgo), y el consiguiente estallido de la burbuja inmobiliaria. La disfunción de la economía se agravó al año siguiente al extenderse la crisis a los sectores financiero e industrial. En este contexto, la elección en 2008 del demócrata Barack Obama, el primer afroamericano en llegar a la presidencia del país, revistió dimensiones históricas. Entre sus iniciativas y propuestas, la reforma sanitaria para la universalización de la cobertura médica suscitó un gran debate y fue aprobada en 2010. En las elecciones presidenciales de 2012 Obama fue reelegido, pero el obstruccionismo sin precedentes practicado por la extrema derecha contra su gestión se vio agravado tras la victoria republicana en las legislativas de 2014. En las elecciones presidenciales de 2016 la expansión económica gradual fue insuficiente para asegurar a los demócratas un tercer mandato presidencial, y el empresario republicano Donald Trump, que dirigió una campaña electoral agresiva y xenofóbica, derrotó a la primera mujer nominada por uno de los dos grandes partidos, la demócrata Hillary Clinton. A pesar de su victoria electoral, Trump perdió el voto popular por el mayor porcentaje desde 1876 y empeoró las tensiones raciales en el país. Posteriormente, la CIA y el FBI revelaron que Rusia había intervenido en el proceso electoral, utilizado la guerra informática y la desinformación, en apoyo de la campaña de Trump. En enero de 2017, una orden ejecutiva firmada por Trump que restringía la entrada al país a personas de algunas naciones de mayoría musulmana por razones de seguridad nacional fue impugnada en los tribunales.

Gobierno

Régimen republicano federal de tipo presidencialista, en el que el poder ejecutivo lo ejerce el presidente —que es elegido en la práctica por sufragio universal para un período de 4 años, renovable una sola vez—.

Literatura

Siglos XVII-XVIII

Siglo XIX

Siglo XX

Los años 1920

Período de entreguerras y época actual

Filosofía

Idealismo

Pragmatismo

Neopositivismo lógico

Semiótica

Filosofía analítica

Arte

Cinematografía

Entre los pioneros americanos que propiciaron la invención del cine, Thomas Alva Edison fue la figura prominente: ya en 1890 había puesto a punto una cámara (kinetógrafo) y, un año después, una reproductora del sonido y del movimiento simultáneamente (kinetoscopio), que tras el éxito de los hermanos Lumière —que se le adelantraron— dio paso a un proyector cuya primera exhibición pública tuvo lugar en abril de 1896 en Nueva York. Empresario agresivo, Edison persiguió legalmente a sus competidores («guerra de las patentes») y creó con las principales productoras de la época un trust que pretendió el control monopolítico del negocio cinematográfico. Los independientes contraatacaron con acciones legales y estrategias comerciales, como el establecimiento de Hollywood y la creación del star system. Al estallar la I Guerra Mundial, la industria ya estaba preparada para invadir mercados e implantar su supremacía. Paralelamente a su organización industrial, el cine norteamericano había encontrado en Edwin S. Porter y, sobre todo, en D. W. Griffith, a los codificadores del lenguaje cinematográfico, con obras tan ambiciosas y fecundas como El nacimiento de una nación (1915) e Intolerancia (1916), ambas de Griffith. La política de géneros se puso en marcha y pronto alcanzaron popularidad universal el western —gracias a Thomas H. Ince y William S. Hart— y el slapstick o primitiva forma de la comedia —gracias a Mack Sennett, Charlie Chaplin, Buster Keaton, Roscoe «Fatty» Arbuckle, Harry Langdon y Harold Lloyd—. En los años 1920, por encima de los nuevos directores americanos que luego serían clásicos —King Vidor, John Ford, Raoul Walsh, Howard Hawks— destacó el aluvión de creadores y artistas procedentes de Europa, como los suecos Victor Sjöström, Mauritz Stiller y Greta Garbo, los alemanes Pola Negri, Ernst Lubitsch y F. W. Murnau, que se incorporaron a Hollywood tras triunfar en sus países respectivos, así como otros cuya carrera se inició allí mismo —los austríacos Erich von Stroheim y Josef von Sternberg—. Representativo de una concepción grandilocuente del espectáculo fue Cecil B. DeMille, mientras Robert Flaherty fue el gran pionero del documental. En crítica situación económica, la Warner lanzó el cine sonoro con El cantante de jazz (1927), de Alan Crosland, revolucionando la estética del cine. A la predilección por el musical, cuyo maestro en los años 1930 fue Busby Berkeley, siguió la inmensa popularidad del cine negro —dominado por la Warner con su ciclo de gángsters— y el fantástico —impuesto por la Universal con su ciclo de terror—. De entre los grandes cómicos del período mudo sólo perduraba Chaplin y se consagraban W. C. Fields, Stan Laurel y Oliver Hardy y los hermanos Marx. Se impuso un nuevo estilo de comedia con directores como Hawks, George Cukor, Frank Capra, Leo McCarey y, ya en los años 1940, Preston Sturges. En ese cambio de década, la producción de David O. Selznick Lo que el viento se llevó (1939) fue un hito espectacular que influyó en la normalización del cine en color, y Ciudadano Kane (1940) marcó la revelación de Orson Welles con la primera obra maestra del cine moderno. La guerra llevó a Estados Unidos a primerísimos cineastas europeos —Alfred Hitchcock y Jean Renoir, sobre todo, a los que Fritz Lang había precedido huyendo del nazismo—. En 1941 se inició, dentro del cine negro, el ciclo de detectives privados —El halcón maltés, de John Huston— y, tras entrar el país en la guerra abundó el género bélico. La industria alcanzó cifras nunca superadas: 80 millones de entradas vendidas semanalmente en el país, cuyo volumen anual de producción osciló entre los 400 y 500 largometrajes. Tras el armisticio, la industria cinematográfica sufrió los efectos del cambio de situación social, la acción antimonopolista del Departamento de Justicia y la tristemente célebre «caza de brujas», consecuencia de la Guerra Fría, que obligó a algunos de sus creadores al silencio o al exilio —Chaplin, Joseph Losey, Jules Dassin, Edward Dmytryk—. Detrás de la cámara hubo un relevo generacional: los viejos maestros —William Wyler, Rouben Mamoulian, Ford, etc.— siguieron trabajando, pero el máximo empuje vino de los recién incorporados Elia Kazan, Nicholas Ray, Samuel Fuller, Robert Rossen, Joseph L. Mankiewicz, Richard Brooks, Robert Aldrich, Stanley Kubrick, y los centroeuropeos Otto Preminger, Billy Wilder, Robert Siodmak y Fred Zinnemann. A fines de la década de 1940, el productor Arthur Freed reunió en la Metro-Goldwyn-Mayer a un equipo de creadores, artistas y técnicos que renovó el musical: Un día en Nueva York (1949), de Stanley Donen y Gene Kelly, Un americano en París (1951), de Vincente Minnelli. Los artífices de la renovación del western fueron Anthony Mann y Budd Boetticher, antes de que Sam Peckinpah decretara su crepúsculo. La implantación de la telvisión generó una crisis contra la que se idearon todo tipo de estrategias comerciales: cine en relieve o 3D, pantallas grandes (cinemascope, cinerama, etc.), superproducciones históricas (rodadas, para reducir costos, en países europeos o africanos), liberalización de la censura. La televisión tendió a absorber algunos géneros, como el melodrama y el filme de bajo presupuesto (la serie B). En los años 1960 resurgió la producción independiente —John Cassavetes, Shirley Clarke, Lionel Rogosin—, mientras se afianzaba la generación revelada a fines de la década anterior —Sidney Lumet, John Frankenheimer, Martin Ritt, Arthur Penn—. El género cómico tuvo en Jerry Lewis y Blake Edwards a sus máximos valedores, hasta la aparición de Woody Allen. A finales de los años 1960 una nueva generación —Peter Bogdanovich, Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Brian De Palma, Steven Spielberg, George Lucas—, influyó en la reorientación del mercado y en la revalorización del género fantástico y la ciencia ficción. Junto a ellos perduraron veteranos (Huston, Robert Altman) e inmigrantes (Roman Polanski, Miloš Forman, en distinta medida los británicos). En las décadas de 1980 y 1990, junto a la aparición de nuevos talentos (Michael Cimino, Alan Rudolph, Jonathan Demme, David Lynch, Oliver Stone) y a la consolidación del cine independiente (Jim Jarmusch, John Landis, Joel y Ethan Coen), el mayor acontecimiento es la eclosión de realizadores afroamericanos como Spike Lee (Do the Right Thing, 1988), Bill Duke (A Rage in Harlem, 1990) o John Singleton (Boyz n the Hood, 1991). Paralelamente, un nutrido grupo de actores se han embarcado en la realización cinematográfica (Dennis Hopper, Clint Eastwood, Kevin Costner, Paul Newman, Jodie Foster, Robert De Niro, Sean Penn, George Clooney, etc.). A principios del siglo XXI, los géneros cinematográficos más exitosos son el fantástico (que aprovecha las nuevas tecnologías para producir efectos especiales) y el que aborda la más descarnada y dura violencia (con realizadores como Quentin Tarantino o Tim Burton).

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